El pasado 13 de marzo, en una mañana soleada y con una temperatura fresca, pero agradable para pasear al sol, realizamos una caminata por los montes de Coruxo, en Vigo, entre la Estomada y Chandebrito, ruta que transcurre a través de unos bonitos paisajes y con vistas maravillosas a la ría, por donde los scouts efectuamos antaño múltiples actividades.
Estos montes se hallan plagados de restos arqueológicos, así como de gran cantidad de grabados rupestres o petroglifos, y son una clara muestra de la existencia de pobladores en el área de Vigo desde hace miles de años. Parece que los primitivos habitantes de Galicia asentados desde el Neolítico y conocidos como celtas de Urnenfelder (campos de urnas) eran gente pacífica que vivían en las llanuras y en las riberas de los ríos y del mar.
Posteriormente un grupo de indoeuropeos se establecieron en la península ibérica durante el período calcolítico, y sería a partir del siglo IV a.C., cuando entraron los celtas de la cultura Hallstat o Selfes).
Los Selfes era un pueblo bastante más belicoso que los anteriores moradores, por lo que a partir de ese momento estas tierras se volvieron mucho más peligrosas e inseguras. Esto lo podemos corroborar al observar los asentamientos claramente defensivos de aquellas gentes, los castros, que constan de un recinto amurallado de piedra, de forma oval o redonda, y que da protección a un conjunto de chozas en su interior, dispuestas de forma desordenada y situados en lugares altos, sobre colinas o montes defensas naturales, y con buena visibilidad sobre los alrededores.
La población se repartía de forma muy dispersa por el territorio, constituyendo núcleos muy pequeños, en donde se asentaban varias familias constituyendo las centurias o gentilitates. La gente dedicaba su tiempo principalmente al cuidado de los rebaños, la caza, la pesca y la guerra. El evidente carácter defensivo de los castros nos hace pensar en una sociedad muy inestable que desenvuelve un estilo violento y bélico de vida. Los guerreros y pastores estaban organizados en una gran variedad de tribus, clanes y grupos.
Esta cultura comenzó su declive en el mismo momento en que los primeros romanos pisaron Galicia. Los guerreros locales carentes de organización militar y basados fundamentalmente en la fuerza física, no tenían ninguna oportunidad ante las legiones romanas, integradas por soldados profesionales, disciplinados y adiestrados en el uso de las armas, dirigidos por estrategas militares, y con una tecnología y armamento de guerra mas moderno que existía en aquellos tiempos. Ante esta situación, el final era sólo cosa de tiempo.
A lo largo del camino pudimos encontrar restos semiocultos y enterrados de castros, monumentos funerarios y petroglifos, ahora bien esto no fue lo único que atrajo la atención de los participantes, la existencia también de bosques de robles y especialmente castaños, hizo que alguno ya se haya apuntado para organizar otra para mas adelante y recoger setas.
Y además los mas pequeños pudieron disfrutar con las figuras de distintos animales que fuimos encontrando a lo largo del camino, elaborados desde un fenómeno natural, como una roca debidamente trabajada.
En resumen, una bonita caminata a lo largo de una agradable mañana de sol, que gustó mucho a los asistentes y dejó con ganas de repetirla.